EL INTENDENTE GARCIA ES UN EJEMPLO DE CRETINISMO POLITICO

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Declaraciones del abogado vecinalista y vicepresidente de PROVILOP, Miguel Quintabani (clic en la imagen)

ATILAS SIGLO 21

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Los dueños de lo público

AGUA CONTAMINADA CON CROMO - Caso DIACROM - AySA

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5 de abril de 2011 - Denuncia ante la Defensoría del Pueblo de la Nación (clic en la imagen)

LEY NACIONAL 25.675 DE PROTECCION DEL AMBIENTE

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La presente ley establece los presupuestos mínimos para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y protección de la diversidad biológica y la implementación del desarrollo sustentable (clic en la imagen)

PLAN URBANISTICO-AMBIENTAL

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No queremos vivir hacinados (clic en la imagen)

YVD El trabajo espiritual


YVD El trabajo espiritual

El trabajo espiritual

 

“Sólo quien trabaja tiene pan”, dice un viejo proverbio inspirado en el mundo exterior y visible, y, cosa curiosa, adaptándose mal a la esfera, que es por excelencia la suya; porque el mundo exterior está sometido a la ley de la imperfección; en él se ve constantemente cómo el ocioso obtiene también su alimento, y el dormilón en mucha mayor abundancia que el laborioso. Todo está en manos del poseedor en el mundo visible, sujeto a la ley de la indiferencia; el espíritu del niño obedece a su dueño, Nuredín o Aladino, y quien detenta los tesoros del mundo es el amo, cualquiera que sea la manera como los haya obtenido.

En el mundo del espíritu, donde reina un orden eterno y divino, no sucede lo mismo; allí no llueve sobre el justo y el injusto a la vez; allí no brilla el sol con indiferencia para los buenos y los malos; en verdad puede decirse allí: sólo quien trabaja tiene pan, sólo el angustiado halla reposo, sólo quien desciende a los infiernos salva a la amada, sólo quien saca el cuchillo recobra a Isaac.

Allí el pan no es para el perezoso.

 

Problemata – Temor y temblor – Sören Kierkegaard

 

 


YVD Virtudes Cardinales

La Virtud

Palabra que proviene del latín: virtus, viril, fuerza de carácter.

Es el buen hábito que capacita a la persona para actuar de acuerdo a la razón recta, hace de su poseedor una buena persona y hace sus actos también buenos (Fr. John Hardon, Modern Catholic Dictionary).

Se la puede definir como un hábito operativo bueno no sólo respecto de la potencia sino respecto de todo el hombre.

La acción será completamente buena sólo si ayuda al hombre a realizar su perfección humana.

Recurriendo al vocabulario teologal podemos afirmar que, el hombre perfecto, no es el que se esfuerza por ser tal sino el que busca a Dios para alcanzarlo.

La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende al bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.

Platón introduce el concepto de que hay tres Virtudes Morales que se encuentran asociadas a cada una de las partes que tiene el alma. La virtud de lo racional es la Prudencia, la de lo irascible es la Fortaleza y la de lo concupiscible es la Templanza o moderación. Propone una cuarta que a su vez es la más importante de todas, la Justicia, que nace cuando cada una de las partes del alma cumple bien su tarea y viene a ser así una virtud rectora encargada de cohesionar las otras tres.

El Cristianismo añadió a estas Virtudes Morales las llamadas Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad.

 

Las Virtudes y la Educación

La Educación es la plenitud dinámica del hombre, y como tal un instrumento para que viva bien, por eso no debe estar sólo dirigida a la razón sino también orientada a la voluntad y al espíritu, para que haya un desarrollo armonioso del Ser.

Estas potencias, Razón, Espíritu y Voluntad, pueden ser perfeccionadas con la práctica de las Virtudes Cardinales, la razón por la Prudencia y la Justicia, la voluntad por la Fortaleza y la Templanza y el Espíritu por la Fe, la Esperanza y el Amor.

 

Las Virtudes Morales

Prudencia

Esta virtud perfecciona al entendimiento en orden a las acciones humanas bajo el punto de vista de la moralidad. La Prudencia es la virtud que dispone a la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. Su principal objeto son los actos humanos en sus relaciones con la libertad, los fines y la intención moral. La Prudencia dirige la conducta para actuar de forma justa, adecuada y con cautela. Fue definida por los Escolásticos como la recta ratio agibilium (recta razón en el obrar). No se la debe confundir con la timidez, el temor o la disimulación.

 

Justicia

Para Platón todas las virtudes se basan en la Justicia y la Justicia se basa en la idea del bien el cual es la armonía del mundo. La Justicia consiste en el perfecto ordenamiento de las tres almas cuando cada una desarrolla las virtudes que le son propias: el alma racional la Prudencia, el alma concupiscible la Templanza y el alma irascible la Fortaleza. Cuando estos presupuestos se dan se llega a la felicidad a través de la virtud.

Para Platón la razón es la que debe gobernar como único medio que nos lleve a la Justicia y por tanto a la felicidad, y aquí es donde la Educación cumple su rol primordial en la formación de la razón.

El concepto de Justicia no se detiene en los actos externos del hombre sino que regula lo interior del mismo, no permitiendo que ninguna parte de su alma haga otra cosa que aquello que le es propio.

En lo social y comunitario, la Justicia aboga por el reparto equitativo de los beneficios que la Providencia ha puesto al alcance de los hombres, de este modo para gobernar de manera justa, aquellos que menos tienen deben ser los más favorecidos por la organización de las sociedades.

Santo Tomás de Aquino al respecto dice que "los ciudadanos han de tener los derechos naturales, aquellos que Dios les da”, luego estos se convierten en los Derechos Humanos.

 

Templanza

Es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes naturales accesibles. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.

Santo Tomás afirma que la Templanza no rige solamente a la alimentación sino que “tiene por objeto principal las pasiones que atienden a los bienes sensibles, tanto los placeres como los deseos, e incluso actúa como objeto secundario venciendo las tristezas provocadas por la ausencia de esos placeres”. Al profundizar, Santo Tomás asocia a la Templanza la vergüenza, la honestidad, la abstinencia, la sobriedad, la castidad, el pudor, la continencia, la modestia, la clemencia o mansedumbre.

En su devenir cotidiano el hombre debe buscar dominar sus pasiones naturales y primitivas asociadas al abuso de la comida, el alcohol, el sexo, las drogas, la violencia, es decir todo lo relacionado con los cinco sentidos y que el sistema de consumo estimula.

 

Fortaleza

Esta virtud consiste en vencer el temor y huir de la temeridad. La Fortaleza asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa. La entereza es el acto principal de la fortaleza, puesto que requiere mayor fuerza interior.

Para Aristóteles, el hombre al no contar con la ayuda divina sino exclusivamente con las propias fuerzas, desarrolla la Fortaleza para asegurarse la autonomía en la lucha declarada contra el mundo; la concepción estoica va más allá y la considera como aseguradora de la autonomía del hombre mediante una lucha interior (CICERóN, Tusc., 14, 53; CRIsiro, ARNIM., Frag. III, 263; CLEMENTE AL., Strom. VI, 11,61).

En Santo Tomás, mientras que las virtudes relacionadas con la Templanza deben frenar las tendencias afectivas, las relacionadas con la Fortaleza están destinadas a suscitar la perseverancia a fin de no rehuir el mal o las dificultades inherentes a la conquista del bien (S. Th., II-II, q. 123, a. 3). Santo Tomás distingue tres vicios contra la fortaleza: la vileza, la petulancia y la temeridad.

Santo Tomás saca a la luz dos actos: sustinere o afrontar la presencia del mal dominando el miedo y agredí o enfrentarse al mal moderando la audacia. Objeto principal de la Fortaleza es vencer el miedo a la muerte en cualquier circunstancia para lo cual no debemos sucumbir a las pasiones del miedo o de la audacia, en contrario no podremos defendernos a nosotros mismos ni a los demás.

Para la fe cristiana, el martirio es el acto supremo de la Fortaleza, o sea la aceptación de la muerte en defensa de la verdad y del bien moral.

Virtudes afines a la Fortaleza son la entereza, la paciencia, la constancia, la perseverancia.

 

Las Virtudes Teologales

En la doctrina cristiana, continuando las ideas de los filósofos griegos, fueron añadidas tres virtudes que establecen las reglas para el gobierno del espíritu.

Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santidad, tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por El mismo.

 

Fe

Es la fuerza interior que permite al hombre someterse a las situaciones más adversas en nombre de Dios. El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la Fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: ‘Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia’ (LG 42; cf DH 14).

En el campo de la filosofía (Paul Ricoeur) no hay ningún tipo de virginidad cosmovisional ni ningún objetivo, antes de la reflexión propiamente dicha, basada en la razón, está la persona concreta que piensa y opta espontáneamente, o sea que antes de la filosofía está la vida.

La Fe –y toda otra creencia- ocupa un nivel prerreflexivo en el cual la persona completa da sentido y reconoce valores, se hace ella misma a través de sus actos y se expresa en plenitud. La filosofía está en segundo nivel llamado de reflexión (el prereflexivo tiene en germen la reflexión segunda y es la raíz) donde la razón reanuda la vida y la ilumina. En este sentido la razón (la filosofía) no puede considerarse el punto de partida radical. Así la razón cumple el rol de juzgar y orientar ejerciendo una función crítica partiendo de la condición que el plan de la vida ya contiene una lógica latente.

Siendo así, fe y razón ni tienen por qué entrar en conflicto ya que el objeto de la filosofía no es eliminar, desaprobar ni defender nada, sino entender.

¿Puede la filosofía afirmar que es razonable creer en Dios? Si Dios es trascendente y no es un objeto de conocimiento, no puede demostrarse su existencia, entonces lo que puede hacer la filosofía es mostrar qué actitud humana hace posible escuchar la palabra de Dios, aunque esta actitud no pueda exigir a la voluntad que se someta a la verdad que se manifiesta sino sólo sugerir a la imaginación que se abra.

Aquí sí, hay que combatir una comprensión literal del lenguaje simbólico, cuya mera materialidad taparía la verdad y haría referencia a un ídolo, no puedo pensar que Dios es un padre como el de una familia o que la resurrección de Jesús es una mera reanimación de un cadáver.

Kant definió la Fe racional como la creencia o fe en la realización del Sumo o Supremo Bien como consecuencia de que sólo dicha realización hace posible la razón práctica. Así defendió respecto de lo metafísico las dos tesis siguientes: 1) no es posible el conocimiento objetivo o científico de la inmortalidad del alma y de la existencia de Dios; 2) pero es necesario postular ambas cuestiones para que tenga sentido la experiencia moral.

 

Esperanza

La esperanza teologal es (en la voluntad del homo viator) activa expectación confiada de Dios, sumo bien del hombre, y de lo que a Dios conduce, en razón de la suma bondad y del auxilio de Dios mismo. La Esperanza es la virtud por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad última poniendo la confianza en las promesas de Dios y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en el auxilio de la gracia divina. Según San Pablo espera todo el hombre (resurrección) y todo el cosmos (en impaciente y gemebunda espera de libertad elogiosa).

San Agustín relaciona la Esperanza con la memoria y con el tiempo (con la condición temporal del hombre). En cambio Santo Tomás de Aquino busca cierta articulación entre la esperanza natural y la sobrenatural. Hay una esperanza-pasión, esta esperanza supone la posibilidad que puede fundarse en la pura virtud del esperante, o en una ayuda ajena en cuyo caso la esperanza tiene el carácter de expectación. 

La Esperanza implica siempre una inseguridad (un momento de angustia), que se conjuga con la confianza y está ligada con el amor.

La virtud ordenadora de la esperanza-pasión es la magnanimidad que evita la desesperación, la presunción y la pusilanimidad.

La Esperanza teologal tiene una analogía con la esperanza-pasión, con la que se articula mediante la magnanimidad.

 

Caridad

Caridad consiste en el Amor desinteresado hacia los demás. Es el valor moral que faculta al ser humano a ayudar a otros sin esperar nada a cambio.

Así como la Justicia en las Virtudes Morales, la Caridad reúne todas las virtudes como en un cuerpo vivo y las ordena, cada una en su rango, según su papel, a la vida amorosa de Dios, fin último verdadero y pleno del hombre.

La Caridad es la virtud por excelencia. Se encuentra en la fuente misma de la vida espiritual. Podemos compararla con la sangre, que bajo el impulso del corazón, circula por todo el cuerpo para alimentar los órganos, sin ella las otras virtudes se vuelven estériles y se marchitan, no pueden fructificar ante Dios.

No obstante, la Caridad necesita desarrollar su obra junto a la Prudencia.

Jesús hace de la Caridad el mandamiento nuevo, amándose unos a otros los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos.

La Caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna, es benevolencia, suscita la reciprocidad, es siempre desinteresada y generosa, es amistad y comunión.